dimecres, 12 de gener del 2011

8. LA NATURALEZA DE LAS CRISIS CAPITALISTAS

Las crisis y el problema que suponen son un tema importante para Marx. En su obra El Capital trata en los niveles más altos de abstracción los aspectos de aquella. No obstante, son sus seguidores los que desarrollan este problema.

  1. La producción simple de mercancías y las crisis.

La introducción del dinero representa un avance frente al trueque en la historia de la civilización. Este cumple el propósito de dividir el acto de cambio en dos partes, por un lado, permite ahorrar tiempo y, por el otro, facilita la especialización que es la base de la productividad. Por naturaleza, estas dos partes pueden estar separadas en el tiempo y en el espacio.

Sin embargo, la organización de la producción mediante el cambio privado, a través de este sistema, lleva aparejada la posibilidad de crisis, ante la posible coincidencia de mercancías invendibles y necesidades insatisfechas. A este fenómeno se le denomina sobreproducción.

  1. La ley de Say.

Establece que una venta es seguida invariablemente por una compra de igual cantidad, esto es, no puede interrumpirse la circulación M-D-M, por tanto, no puede haber crisis ni sobreproducción.

De esta forma, las crisis pasan de ser improbables a ser imposibles. Esta ley permitió a los economistas clásicos cerrar el camino a una teoría de las crisis.

Pero como hemos visto más arriba, Marx explica que el dinero no es sólo esto, sino el medio a través del cual el cambio se divide en dos transacciones separadas y distintas, de modo que si uno vende y otro deja de comprar, el resultado es la crisis y la sobreproducción.

  1. El capitalismo y las crisis.

    1. En el ciclo M-D-M, M es idéntica al comienzo y al final en cuanto al valor de cambio; en cuanto al valor de uso, la M primera es nula o muy baja, pero aumenta la segunda, por eso se compra.

    1. Sin embargo, en el ciclo capitalista D-M-D’, se inicia la carrera con dinero D, lanzado este a la circulación a cambio de fuerza de trabajo y medios de producción. Después de cumplido el proceso de producción, reaparece en el mercado con mercancías M, que transforma de nuevo en dinero D’. D y D’ representan el valor de cambio, pero el propósito del capitalista es que exista una diferencia entre este valor de cambio, de modo que D’ sea superior a D.

Esto no significa que con la producción capitalista desaparezca la circulación M-D-M, lo que ocurre es que para la gente, para los obreros o para los productores de mercancías, este tipo de circulación sigue adoptando la forma de economía de consumo, esto es, el obrero comienza aportando su mercancía, la fuerza de trabajo, convirtiendo esa mercancía en dinero, el salario, y emplea ese dinero en procurarse artículos necesarios y comodidades.

En el modelo D-M-D’ y las crisis, por su parte, el capitalista se interesa en maximizar su ganancia. Cualquier hecho que interrumpa el proceso de circulación, por tanto, puede iniciar una contracción en el mismo, dando lugar a la sobreproducción, que posteriormente se traduce en un descenso de la producción. Esto sucede tanto en las economías simples como en el capitalismo. Pero en el capitalismo, si algo le sucede al valor de cambio, el capitalista reconsiderará la oportunidad de lanzar su dinero a la circulación.

La forma específica de las crisis en el capitalismo es una interrupción del nivel del proceso de la circulación provocada por un descenso en la tasa de la ganancia más allá de su nivel ordinario. Para los teóricos modernos hay dos clases de capitalistas: los empresarios que organizan y dirigen el proceso de producción, y los poseedores de capital en dinero.

  • Los empresarios pensarán que vale la pena invertir siempre y cuando la tasa de ganancia supere el interés que tienen que pagar al capitalista. Cuando la tasa de ganancia sea inferior, no invertirán, y sobreviene la crisis.

  • Los capitalistas, por su parte, considerarán que es conveniente mantener los intereses altos, ya que es preferible mantener su capital en dinero antes que prestarlo a un empresario, pues si bajan el tipo de interés, estos tipos no durarían.

La clase capitalista, tanto empresarios como inversores, restringe sus actividades cuando la tasa de beneficio cae por debajo de cierto nivel.

  1. Los dos tipos de crisis.

  • Crisis relacionadas con la tendencia descendente de la tasa de la ganancia. La tendencia descendente de la tasa de la ganancia fue deducida sobre la base de que todas las mercancías se vendían en sus valores de equilibrio; pero si abandonamos esa suposición, puede aparecer otra posible causa para el descenso de lucratividad, dando lugar a otro tipo de crisis.

  • Las crisis de realización. El capitalista puede hallarse inhabilitado para vender las mercancías en sus valores. Detrás de ambas crisis hay un descenso en la ganancia.

SALGADO DÍAZ, Martín.

6. LA TENDENCIA DESCENDENTE DE LA TASA DE LA GANANCIA

  1. La formulación de la ley por Marx.

El capital acumulado va acompañado por la mecanización del proceso de producción. Por ello, la misma cantidad de trabajo, alcanza mayores objetivos, teniendo un equipo más cualificado y más efectivo.

La productividad del trabajo crece constantemente, por tanto, la tasa de ganancia varía en sentido inversos a la composición orgánica del capital, si la tasa de la plusvalía es constante, aunque esto puede ser una mera tendencia.

  1. Las causas contrarrestantes.

Por su parte, se observan causas que contrarrestan y derogan la “ley general de la tasa descendente de la ganancia”, a saber:

  1. Abaratamiento de los elementos que integran el capital constante. El uso creciente de maquinaria, eleva la productividad de trabajo, lo que hace que el valor por unidad baje.
  2. Aumento de la intensidad de explotación. Se produce más en menos tiempo, sin afectar la cantidad de trabajo necesario, a través de los mecanismos de acelerar y estirar la jornada, lo cual eleva la tasa de ganancia.
  3. Depresión de los salarios más debajo de su valor.
  4. Sobrepoblación relativa o “ejército de reserva”. La existencia de trabajadores desocupados conduce a la creación de nuevas industrias con una composición orgánica del capital relativamente baja y una tasa de ganancia relativamente alta.
  5. Comercio exterior. Rebaja la adquisición de materias primas y artículos necesarios, frente a la producción doméstica.

  1. Una crítica de la ley.

Marx deduce que la tendencia de la tasa de ganancia a caer se fundamenta en el aparente de que la tasa de plusvalía permanece constante. Sin embargo, si la producción aumenta, en las condiciones normales del capitalismo se crea un ejército industrial de reserva que ejerce una presión a la baja en los salarios, aumentando la tasa de plusvalía.

La suposición de una tasa constante de plusvalía puede ser un trámite ventajoso para orientar la atención en un elemento más importante de la situación; se consideran los cambios en la tasa de plusvalía como elemento contrarrestante.

La composición orgánica del capital es una expresión de valor.

La formulación de la ley de tendencia descendente de la tasa de la ganancia por Marx no es muy convincente. Esto no significa que no haya ninguna tendencia de la tasa de la ganancia a descender, sino que no es posible demostrarla a partir de la composición orgánica ascendente del capital.

El proceso capitalista es esencialmente un proceso de acumulación. Pero los capitalistas, a través de distintos medios procuran mantener la tasa de ganancia anterior, e, incluso, elevarla. El aumento de la composición orgánica del capital tenderá a restablecer la tasa de plusvalía y a acrecentar el volumen de plusvalía.

Fuerzas que deprimen la tasa de ganancia: sindicatos y acción del Estado en beneficio de los trabajadores.

  • Sindicatos. Los sindicatos son el instrumento más importante con el que cuentan para mejorar sus condiciones bajo la producción capitalista.
  • Acción del Estado en beneficio de los trabajadores. Adopta diversas maneras: limitación legal de la jornada laboral (reduce la plusvalía), seguro de desempleo y derecho a la contratación colectiva (mantenimiento de salarios).

Fuerzas que elevan la tasa de la ganancia: organizaciones patronales, exportación de capital, formación de monopolios, acción del Estado en beneficio del capital.

  • Organizaciones patronales. Actúan para mejorar la posición contractual del capital frente al trabajo.
  • Exportación de capital. Mitiga la presión sobre el mercado de trabajo doméstico, impidiendo que la acumulación tenga todo su efecto depresivo sobre la tasa de ganancia.
  • Formación de monopolios.
  • Acción del Estado en beneficio del capital (con tarifas protectoras, por ejemplo).

El análisis de estas fuerzas, dispares y sin aparente relación unas con otras, nos hace ver que en el capitalismo todo ha de ser detenidamente examinado y probado por su influencia sobre la tasa de ganancia.


SALGADO DÍAZ, Martín

5. LA ACUMULACIÓN Y EL EJÉRCITO DE RESERVA




1. La reproducción simple.
 
Es aquella que mantiene la misma proporcionalidad entre las diversas partes que forman el sistema, para esto es necesario que las empresas repongan todo lo que se acabe y los obreros deben de destinar todo su salario al consumo. De esta forma el sistema capitalista va cambiando con el paso del tiempo. La producción se divide en dos tipos: la de medios de producción y la de artículos de consumo, distinguiendo en estos últimos, entre artículos de lujo y necesarios para la vida.

Se necesita que los dos tipos de producción sean iguales en número, para que se de una reproducción simple que no cambie a lo largo de un año y poder equilibrar la oferta y la demanda. Con esta reproducción podemos analizar y estudiar mejor:

  • La producción total y el ingreso: se entiende como producción total la oferta social de mercancías, compuesta a su vez por la suma de los medios de producción y la suma total de los artículos de consumo; y por ingreso, entendemos la demanda total de mercancías, diferenciando tres clases de ingresos:

a) Ingreso capitalista: que sería la reinversión en los medios de producción.
b) Ingreso del capitalista: utilizado para su propio consumo.
c) Ingreso del trabajo: sería el salario de los trabajadores.
  • Diferencias entre la oferta y la demanda: donde se puede observar su estructura.



2. Las raíces de la acumulación.

La reproducción simple tiene en cuenta la máxima del capitalismo, que no es otra que querer ampliar el capital inicial. Una parte de la plusvalía se convierte en capital adicional, el cual permite que se pueda obtener más plusvalía, de forma que se tiene más capital adicional para obtener más plusvalía, y así sucesivamente; esto se conoce como proceso de acumulación. Esta obsesión por acumular capital, forma parte de lo que es la organización social capitalista, cuyos miembros, los capitalistas, se miden por el patrimonio que poseen, y el éxito está en tener más capital que nadie. De ahí que haya que invertir en modernizar los medios de producción para no quedarse atrás.



3. La acumulación y el valor de la fuerza de trabajo: planteamiento del problema
 
Denominado por Marx como "reproducción ampliada", esta es lo contrario que la reproducción simple; dicha reproducción tiene en cuenta la acumulación que implica la demanda de la fuerza del trabajo. Si aumenta la demanda de un producto, su precio sube, desviando así el valor del mismo. Se llevan a cabo varias técnicas para adecuar el precio del producto a su valor real. La plusvalía, que es el elemento principal del capitalismo, es la diferencia entre el valor de la fuerza de trabajo y el valor de la mercancía que produce el trabajador. Ricardo explica la diferencia entre ambos valores, en base a la Teoría de los salarios, la cual afirma que el precio natural del trabajo es el precio necesario para que los trabajadores puedan subsistir, y los niveles necesarios para la subsistencia de estos vienen determinados por las teorías demográficas; está de más en decir que Marx rechaza totalmente dicha teoría.



4. Solución propuesta por Marx

La solución de Marx pasa por lo que él denomina "ejército de reserva" o "población excedente activa"; con ello se refiere, a los obreros desocupados, que a través de su competencia activa en el mercado de trabajo, llevan a cabo de forma constante una presión hacia abajo, en el nivel de salarios. El capitalista ha sustituido trabajadores por máquinas para disminuir el salario y favorecer así su propio proceso de acumulación; de manera que dichos trabajadores sustituidos forman en gran parte el ejército de reserva. El estallido de una acumulación de capital puede ser el resultado de que se abra un nuevo mercado o una nueva industria; es aquí cuando el ejército de reserva se vacía y desaparece así el obstáculo para subir los salarios; pero nuevamente en cada período de crisis, cuando se despidan trabajadores, el ejército se reconstruye. 
 


5. La naturaleza del proceso capitalista

Marx ataca la evolución económica; para este la producción capitalista se prolongará en el tiempo con los cambios en los métodos de producción, apareciendo así el ejército de reserva, de manera que se permite economizar el trabajo por medio de las innovaciones tecnológicas. El proceso capitalista implica la acumulación constante, que vendrá acompañada de cambios en los métodos de producción, provocando así cambios cuantitativos en las variables económicas y en la organización social.


ROBLEDILLO ALONSO, Carlos

4. PLUSVALÍA Y VALOR


El capitalismo y el sistema de producción de mercancías no son la misma cosa; el capitalismo implica la producción de mercancías pero esta no implica necesariamente capitalismo. Para intentar aplicar la teoría del valor al análisis del capitalismo, el autor considera que es necesario examinar las características que separan a este del concepto general de producción de mercancías.

  1. El capitalismo.

Existen dos diferencias importantes entre ambos conceptos:

  1. Cada productor, en el sistema de producción de mercancías, posee y trabaja con sus propios medios de producción; en el capitalismo no ocurre así, ya que la propiedad de los medios de producción recae en unos individuos, mientras que son otros quienes realizan el trabajo.
  2. El sistema de producción de mercancías sigue el esquema de M-D-M, es decir, Mercancías- Dinero-Mercancías; por el contrario, el capitalismo se rige por el de D-M-D´ (Dinero inicial-Mercancías-mayor cantidad de Dinero). De ahí que el capitalista sólo invierte dinero (lo que se conoce como capital inicial) si tiene garantías de que lo va a aumentar. La diferencia entre D y D´ es lo que Marx llama plusvalía, que es lo que gana el capitalista y "suministra el fin directo y el incentivo determinante de la producción".

  1. El origen de la plusvalía.

De esta forma la plusvalía tiene su origen en la mercantilización de la fuerza de trabajo (FT), no del trabajo en sí; porque el capitalismo a través del salario compra la capacidad de hacer, el poder de trabajar. En este sentido el valor de la fuerza de trabajo viene dado por el tiempo de trabajo y por lo que se produce durante el mismo, y ya que la fuerza de trabajo es un producto en sí mismo, su valor corresponderá al tiempo y a los medios necesarios para su subsistencia, es decir, la del trabajador. En consecuencia a esto, la plusvalía aparece cuando el trabajador (la FT) le confiere a lo que produce un valor bastante superior, al de los costes reales de su producción, ya que las horas que hace el trabajador son más de las que necesita para realizar el producto, de ahí que se abaraten los costes y se aumenten los beneficios.
  1. Los componentes del valor.

De forma que el valor total de la mercancía consta de tres componentes:

A) El capital constante: supondría el valor de los materiales y de la maquinaría usados; cuyo valor no sufre cambio cuantitativo en el proceso de producción.
B) El capital variable: supone el valor de la fuerza de trabajo, que si que sufre una alteración de su valor, lo que es la plusvalía.
C) La plusvalía en si misma.

  1. La tasa de la plusvalía.

Esta se define como "la proporción de la plusvalía con respecto al capital variable", siendo el resultado del cociente por un lado de la plusvalía y por otro del capital variable. La magnitud de dicha tasa se ve afectada por tres factores: la jornada de trabajo (la normal más la excedente), la cantidad de mercancías que se producen y que son necesarias para cubrir el salario real, y la productividad del trabajo.
5. La composición orgánica del capital.

Se define como "la medida de la relación del capital constante con el capital variable, en el capital total usado en la producción", es decir, es el resultado del cociente del capital constante más el variable por un lado y por otro el capital constante. La composición orgánica del capital esta determinada por: la tasa de los salarios reales, la productividad del trabajo, el nivel común de la técnica y la amplitud de la acumulación del capital en el trabajo.
6. La tasa de ganancia.

Esta supone para el capitalista la proporción crucial del proceso de producción y es el resultado de dividir la plusvalía por un lado, y la suma de los capitales constante y variable por otro. Teniendo en cuenta que los costes de los elementos que componen el capital constante, no entregan de igual manera todo su valor en la producción, ya que los materiales son degradables y transformables en menor tiempo que la maquinaria, de ahí que la inversión total en un período determinado (por ejemplo el capital invertido en un año), no es igual al capital total empleado en la producción a lo largo del tiempo de existencia, o el tiempo en el que tarda en degradarse una máquina o una fábrica.


ROBLEDILLO ALONSO, Carlos

3. EL PROBLEMA DEL VALOR CUANTITATIVO

EL PRIMER PASO

El trabajo debe aplicarse necesariamente a la producción en toda sociedad, y los productos resultantes deben ser distribuidos entre sus miembros. Lo que cambia el curso de la historia es el modo de organizar y llevar a cabo estas actividades (producción y distribución). El valor de cambio constituye un aspecto de las leyes que gobiernan la asignación de la actividad productiva en una sociedad productora de mercancías. Estas mercancías son intercambiadas por otras en una cantidad precisa, al tiempo que absorben una cantidad de fuerza de trabajo. La cuantificación de estos intercambios es la finalidad de la teoría del valor, que constituirá un fundamento de la economía política moderna.

Karl Marx parte de la base de la existencia de una reciprocidad exacta entre las proporciones de cambio y de tiempo de trabajo de una mercancía. Atendamos a dos consideraciones. En primer lugar, el valor de una mercancía lo determina el “trabajo socialmente necesario” (aquel que se requiere para la producción de un artículo en condiciones normales de producción en una sociedad, con un grado medio de habilidad e intensidad). En segundo lugar, el trabajo más calificado que el trabajo medio deberá tener mayor capacidad de producir valor. Marx cree posible la medición de estos valores entre mercancías con trabajo medio o cualificado de modo independiente al valor que se dé en el mercado, esto es, en términos absolutos. Marx reducirá sus análisis al trabajo simple gracias a una consideración deflactada del trabajo cualificado, esto es, considerando cuántas horas de trabajo simple equivalen a una hora de trabajo cualificado.

Esta teoría, nos anuncia su autor, no contradice la teoría de la determinación de los precios por la intersección entre oferta y demanda en la que se basaban los análisis liberales, pero el equilibrio de mercado sólo podrá darse cuando el precio de cada mercancía sea proporcional al tiempo de trabajo necesario para producirla.


 EL PAPEL DE LA DEMANDA

Marx trató de establecer el equilibrio económico general de una sociedad, considerando además del valor relativo de los productos, la distribución de cantidades y de la fuerza de trabajo. Para obtener este equilibrio necesitaría previamente obtener por un lado información sobre el costo relativo en trabajo, y por otro lado información sobre la intensidad relativa de las demandas individuales. Es importante la concepción marxista de la demanda, ya que el valor de uso -necesidad social- se revela como un factor de gran peso en la asignación de cantidad de trabajo que debe incorporarse a diferentes esferas.

El capitalismo por su parte, la demanda sólo tiene en cuenta las necesidades de los consumidores de manera parcial, y pone el acento en la distribución del ingreso como problema básico -que Marx considera como simple reflejo de las relaciones sociales de producción. El pensamiento de Marx se refiere a esta demanda capitalista como diferente a la demanda “real”. Si se acepta la proposición de que la demanda está dominada por la distribución del ingreso, se concluye que los problemas del valor deben ser abordados por la vía de las relaciones de producción y no por su demanda.

Las necesidades de los consumidores son considerados como un elemento reactivo de la sociedad, opuesto a los elementos relativamente estables que sólo cambian cuando su contexto varía sustancialmente. En el análisis marxista, son estos elementos reactivos aquellos que deben ocupar el primer plano en el estudio. ¿Y de qué manera estas necesidades del consumidor varían? Marx responde que de la biología, el estado físico y la mentalidad, y en la medida en que éstos se ausenten, del desarrollo técnico y organizacional de la sociedad. Estos últimos factores materiales son los que en última instancia determinan los procesos sociales, políticos y espirituales para el pensador alemán. Incluso más allá, la existencia social y su relación con el resto determina la conciencia humana, y no al revés.


LA LEY DEL VALOR vs PRINCIPIO DE PLANEACIÓN

La gran aportación de la teoría del valor pone de relieve que en una sociedad productora de mercancías caracterizada por la existencia de productores privados que persigan la satisfacción de sus necesidades mediante el intercambio, existe un orden gracias a la presión mutua sobre el otro de los productores equilibradoras de desviaciones, más allá de las planificaciones centralizadas. Esta ley del valor resume las fuerzas actuantes en una sociedad productora de mercancías, regulando a) las proporciones del cambio de mercancías, b) la cantidad producida de cada una y c) la asignación de la fuerza de trabajo a las diferentes ramas de la producción. Ahora bien, en el momento en que la asignación de estas actividades se somete a control consciente, esta ley pierde su pertinencia e importancia, y se sustituye por el principio de planeación.


EL VALOR Y EL PRECIO DE LA PRODUCCION

Continuando con el pensamiento de Marx, el precio es únicamente la expresión monetaria del valor.

Para el autor, los precios de producción son modificaciones de los valores, derivadas de ciertas reglas generales no arbitrarias.


PRECIO DEL MONOPOLIO

En efecto, la aparición del monopolio dificulta el funcionamiento de la ley del valor como reguladora de las relaciones cuantitativas de producción y de cambio. Contando con el control de la oferta y motivado por su afán de acumulación, el monopolista se aprovecha de su posición desigual para forzar al alza el precio en detrimento de la demanda. El precio en este supuesto se desgaja del valor del producto, no como ocurriría en un escenario de competencia perfecta.

Sin embargo, aunque encontramos una clara fractura en la ley del valor en lo cuantitativo del equilibrio general de la producción, no la hallamos en lo cualitativo. Esto implica que las relaciones sociales de producción no se ven alteradas o que varíe el trabajo socialmente necesario. Podemos pues continuar midiendo y comparando unidades de producción y unidades de tiempo de trabajo necesario.


MARIO SÁNCHEZ BROX

2. EL PROBLEMA DEL VALOR CUALITATIVO



Introducción

El primer capítulo del El Capital se titula “Las mercancías”. Mercancía es todo lo que se produce para el cambio más bien que para el uso del productor. El estudio de las mercancías es por consiguiente el estudio de la relación económica del cambio. Marx empieza por analizar “la producción simple de mercancías” que es como decir una sociedad en la que cada productor posee sus propios medios de producción y satisface sus múltiples necesidades por el cambio con otros productores que se encuentran en situación similar.

Sin embargo, Adam Smith, el cambio se liga del modo más estrecho posible al hecho tecnológico central de la vida económica, es decir, a la división del trabajo. Según él, se refiere con ello al origen de todo aumento de productividad. Es incapaz de ver estas ideas independientes.

Esta “propensión a traficar, a trocar y cambiar” es más aún peculiar de los seres humanos. Las implicaciones de esta posición son claras: la producción de mercancías, que tiene sus raíces en la naturaleza humana, es la forma universal e inevitable de la vida económica, la ciencia económica es la ciencia de producción de mercancías.

Pasando a Marx, se podría ver la diferencia del criterio que distingue su economía política de la de Adam Smith. Marx no niega la existencia de una relación entre la producción de mercancías y la división de trabajo, pero no se trata de ningún modo de la firme y rígida relación que describe Smith.

Marx se niega que la división del trabajo esté necesariamente ligada al cambio. La producción de mercancías no es la forma universal e inevitable de la vida. Es más bien una de las formas posibles de la vida económica que por ningún concepto puede presentarse como directa manifestación de la naturaleza humana. Se convierte en materia válida por tanto de la investigación histórico social. El economista ya no solo deberá ya confiar su atención en las relaciones cuantitativas que nacen de la producción, sino que debe dirigir también su atención al carácter de las relaciones sociales subyacentes. Estos dos problemas, cuantitativo y cualitativo, Marx los considera dentro de un solo armazón conceptual.


Valor de uso

Toda mercancía tiene un doble aspecto, según Marx, el de valor de uso y el de valor de cambio.

El valor de uso no da a una mercancía ningún carácter peculiar. Este expresa cierta relación entre el consumidor y el objeto consumido.

Marx excluía el valor de uso de la esfera de investigación de la economía política, en virtud de que no da cuerpo directamente a una relación social. Pero esto no significa que el valor de uso no deba jugar ningún papel en la economía política. Por el contrario, así como la tierra, es esencial para la producción, el valor de uso es un prerrequisito del consumo, no está de ningún modo excluido por Marx de la cadena causal de los fenómenos económicos.


Valor añadido

Poseyendo valor de cambio las unas en relación con las otras, las mercancías exhiben su característica única. En una sociedad en que el cambio es un método regular de realizar el propósito de la producción social, es sólo en calidad de mercancías como los productos tienen valor de cambio. Aparece como una relación cuantitativa entre cosas, entre las mercancías mismas. Es en realidad solo una forma exterior de la relación social entre los propietarios de mercancías. La relación de cambio como tal, es una expresión del hecho de que los productores individuales, trabajando aisladamente cada uno, trabajan en realidad los unos con los otros.

El cambio de mercancías es un cambio de los productos de trabajo de productores individuales. Lo que halla expresión en la forma de valor de cambio, es el hecho de que las mercancías de que se trata son productos del trabajo humano en una sociedad basada en la división del trabajo, en la que los productores trabajan privada e independientemente.


Trabajo y valor

La relación cualitativa del valor con el trabajo sería la siguiente: Por una parte todo trabajo es, hablando fisiológicamente, un gasto de fuerza humana de trabajo, y en su carácter de trabajo humano abstracto idéntico, crea y forma los valores de las mercancías. Por otra parte, todo trabajo es el gasto de fuerzas humana de trabajo en una forma especial y con fin preciso y en éste, su carácter de trabajo útil concreto, produce valores de uso.


Trabajo abstracto

A muchos la expresión “trabajo abstracto” les sugiere algo ligeramente misterioso, quizás no poco metafísico e irreal. El trabajo es abstracto solo en el sentido de que se asan por alto todas las características especiales que distinguen una clase de trabajo de otro. La expresión trabajo abstracto es equivalente de “trabajo en general”, es lo común a toda actividad humana productiva.

Se puede decir que la reducción de todo trabajo a trabajo abstracto permite ver claramente, detrás de las formas especiales que el trabajo puede adoptar en un momento dado cualquiera, una suma de fuerza de trabajo social que es susceptible de transferencia de un uso a otro de acuerdo con la necesidad social, y de cuya magnitud y desarrollo depende en última instancia la capacidad productora de riqueza de la sociedad. La adopción de este punto de vista, además está condicionada por la naturaleza misma de la producción capitalista, que lleva la movilidad del trabajo a un grado muy superior al de todas las formas anteriores de la sociedad.


El carácter fetichista de las relaciones

En la producción de mercancías la relación básica entre los hombres “adopta, a sus ojos, la fantástica forma de una relación entre las cosas”. Esta materialización de las relaciones sociales es el corazón y la médula de la doctrina del Fetichismo de Marx.
En las nebulosas regiones del mundo religioso…los productos del cerebro humano aparecen como seres independientes dotados de vida y que entran en relaciones tanto unos como otros como con la especie humana. Lo mismo pasa en el mundo de las mercancías con los productos de la mano del hombre. A esto le llamo el Fetichismo que se adhiere a los productos del trabajo tan pronto son producidos como mercancías, y que es , por consiguiente, inseparable de la producción de mercancías.

Como regla general, los artículos de utilidad se convierten en mercancías solo porque son productos de individuos privados. El trabajo del individuo se afirma como parte del trabajo de la sociedad solo a través de las relaciones que el acto del cambio establece directamente entre los productos e indirectamente, a través de ellos, entre los productores. Para éstos, por consiguiente, las relaciones sociales entre el trabajo de individuos privados aparecen como lo que son, es decir, no como relaciones sociales directas de personas en su trabajo, sino más bien como relaciones materiales de personas y relaciones sociales de cosas.

Sólo cuando la producción de mercancías adquiere un desarrollo tan alto y una difusión tan grande como para dominar la vida de la sociedad, el fenómeno materialización de las relaciones sociales adquiere importancia decisiva.

Una vez que el mundo de las mercancías ha realizado por así decirlo, su independencia, y sometido a los productores a su dominio, estos últimos empiezan a mirarlo en mucho del mismo modo que ven ese otro mundo externo al cual tienen que aprender a adaptarse, el mundo de la naturaleza misma. El orden social se convierte en la expresión “segunda naturaleza”.

En el campo de la economía política, aparecen distintos métodos e ideas donde se aclaran en las doctrinas del siglo XVIII, de los Fisiócratas en Francia y la escuela clásica de Inglaterra. La “mano invisible” de Adam Smith…todo ello indica la profunda creencia en el carácter impersonal y automático del orden económico.
Pero sus raíces específicas en las características de la producción de mercancías, tanto como su conexión con las doctrinas afines de la ley natural y el automatismo social, son brillantemente esclarecidas por la teoría del Fetichismo de Marx.

La materialización de las relaciones sociales ha ejercido una profunda influencia en el pensamiento económico tradicional, por lo menos en dos sentidos importantes: Por un lado, las categorías de la economía capitalista –valor, renta, salario, ganancias, interés…- han sido consideradas como si fueran inevitables categorías de la vida económica en general. Los sistemas económicos anteriores han sido vistos como versiones imperfectas o embrionarias del capitalismo moderno y juzgadas en consecuencia.

En segundo lugar, la atribución de poder independiente a las cosas no es en ninguna parta más clara que en la división tradicional de los “factores de producción” en tierra, trabajo y capital, de cada uno de los cuales se piensa que “produce” un ingreso a sus propietarios.

Esta es la apariencia. Quienes consideran las formas capitalistas como naturales y eternas, admiten la apariencia como verdadera representación de las relaciones sociales.

Si la producción de mercancías ha fomentado la ilusión de su propia permanencia y ocultado el verdadero carácter de las relaciones sociales a que da cuerpo, ha creado a la vez la racionalidad económica de los tiempos modernos, sin la cual un pleno desarrollo de las fuerzas productivas de la sociedad sería inimaginable. La racionalidad, en el sentido de una adaptación deliberada de los medios a los fines en la esfera económica, presupone un sistema económica sujeto a ciertas leyes objetivas que no son del todo inestables. Dada esta condición, el individuo puede proceder a plantear sus negocios en tal forma que pueda alcanzar, desde su propio punto de vista un resultado óptimo.

El desarrollo de la producción de mercancías bajo las condiciones del capitalismo exhibe, por una parte, una intensa racionalización de sus procesos parciales, y por otra, una creciente irracionalidad del funcionamiento del sistema como un todo.





BOILLO HUETE, Marta

1. EL MÉTODO DE MARX



UN PENSAMIENTO ABSTRACTO:

Karl Marx apostó para aproximarse a la realidad económica que le rodeaba, por una metodología abstracto-deductiva, lo que dicho en otras palabras quiere decir un acercamiento desde lo genérico hasta lo concreto, de lo abstracto a la realidad. Este enfoque tiene, como su primo hermano el inductivo, ciertas limitaciones que vale la pena considerar. La trampa de la abstracción es caer en el universalismo pretendido de la ciencia, sobre la base de un imposible rigor científico. En efecto, como Sweezy nos recuerda, el problema que se examina y los elementos que consideramos en su análisis son necesariamente limitados, como limitadas son las capacidades intelectuales y la posibilidad de obtener información. Un ejemplo: muy diversos autores han realizado investigaciones sobre lo que a priori constituye la misma materia, seleccionando y descartando diferentes elementos. De este modo, Adam Smith nos habla de “la naturaleza y las causas de la riqueza de las naciones”, David Ricardo sobre las “leyes que rigen la distribución de productos de la tierra”, al lado de los cuales podemos encontrar “la conducta humana como relación entre fines y medios limitados que tienen usos alternativos” de Robbins. Únicamente mediante la comprobación experimental de las hipótesis que se ha planteado puede confirmarnos un buen ejercicio de abstracción.

En cuanto al caso de Karl Marx, el elemento alrededor del que giran sus análisis es el proceso de cambio social, y el conjunto de la sociedad por extensión. A su alrededor, estudiará las interrelaciones económicas entre otros elementos, pero sin duda éste acabará siendo el pilar de su teoría tras determinar los modos de producción como llave del cambio social. Imbuido por el conflicto hegeliano entre fuerzas opuestas, concebirá la historia desde esta perspectiva. Y desde estos presupuestos básicos, identifica las fuerzas económicas como las variables fundamentales de su estudio, extrapolándolas desde su realidad capitalista a las relaciones sociales (apellidadas ya de producción) de anteriores fases históricas. Marx desarrolla su argumento esgrimiendo que “la relación entre el trabajo asalariado y el capital determina todo el carácter del modo de producción”, con lo que procede a establecer dos sectores enfrentados por la posesión de los medios de producción: burguesía y proletariado. Precisamente, dos de las grandes aportaciones de Marx al pensamiento económico fueron por un lado resaltar que la producción de mercancías no es forma universal e inevitable de la vida económica, y por otro la inclusión en una misma estructura conceptual de las relaciones cuantitativas de producción de mercancías junto a las relaciones sociales subyacentes.

Siguiendo estos preceptos metodológicos, el análisis marxista estará caracterizado por la prioridad de las relaciones sociales del capital y el trabajo, dedicándose al estudio de otras variables separadamente con posterioridad. De este modo, desecha el valor de uso para centrarse en el valor de cambio, único relevante para las relaciones sociales. Además, sólo las formas relacionales más relevantes entre capital y trabajo serán consideradas, esto es, las tendencias estructurales de la sociedad. Todo esto conduce a una aproximación a la economía política desde el análisis de las mercancías, entendida en sentido amplio como todo aquello que se intercambia en un sistema de producción, esto es según su análisis, la fuerza de trabajo del obrero y el dinero recibido a cambio por el capitalista.

 

UN PENSAMIENTO HISTÓRICO:

Junto con la determinación del modo de producción como llave de las relaciones sociales, el método histórico en esencia de Marx es uno de los pilares de su teoría. La sociedad se halla en continuo cambio ad infinitum causado por las idas y venidas de las relaciones entre personas. De este principio abstrae el movimiento como constante inmutable. Construye a continuación la idea de un ciclo de vida del desarrollo de las fuerzas productivas hasta que la mecánica entra en contradicción. Esta mecánica, emana de las relaciones sociales, determinadas nos dice Marx por las relaciones de producción presentes en la sociedad, pero en último término nos recuerda, que es la acción humana la responsable de los cambios del sistema. Este tipo de planteamiento ha abierto camino a una actitud consecuentemente histórica de las ciencias sociales.


MARIO SÁNCHEZ BROX

Lectura 5

El mecanismo de la investigación científica
Gino Longo



Gino Longo nos propone en este texto unas pautas para llevar a cabo la investigación científica, que permitirá llenar la realidad aprehensible de significado. El procedimiento puede dividirse en etapas:

PRIMERA FASE: Comienza dando una importancia crucial a la observación de los hechos de la realidad guiada por una teoría que definirá aquellos que son relevantes. A partir de estos hechos, se pueden formular leyes generales y de este modo llegar al conocimiento. Tras establecer los hechos relevantes, debe procederse al examen de su origen y de las relaciones que tienen con otros hechos. Todas las lagunas con que pudiéramos toparnos deben estar encajadas en un esquema coherente de hipótesis justificadas.

SEGUNDA FASE: Continúa Longo con la formulación de una hipótesis que permita explicar los hechos de forma lógica y coherente. Para ello, el científico debe poseer cualidades como una ardiente fantasía creadora (caso de Gramsci) o fantasía política u organizativa destacada (caso de Lenin), o dicho en otros términos, poseer la capacidad de crear mentalmente imágenes subjetivas distintas de las observables en la realidad. Esta fantasía intrínseca al pensamiento humano, nos permite conocer y modificar la realidad, ser creativos. Por su parte, la intuición debe complementar a la fantasía seleccionando las imágenes más verosímiles o racionales. Para llegar a la libertad del genio, debe someterse a la férrea disciplina de la lógica.

TERCERA FASE: El siguiente paso es la comprobación rigurosa de la correspondencia entre las hipótesis formuladas y la realidad que se pretende explicar. La verosimilitud de tal hipótesis requiere de la reobservación, profundización en el análisis confirmando o refutando la validez de las conclusiones, y por encima de todo un fuerte espíritu crítico y autocrítico.

CUARTA FASE: Por último, se deberá modificar o sustituir las hipótesis anteriormente formuladas con los resultados de la comprobación realizada anteriormente.

Como Schumpeter sugiere, la investigación consta de dos actividades diferentes y complementarias. En primer lugar, la conceptualización de los fenómenos y formulación de relaciones mediante hipótesis verificables, esto es, una elaboración teórica. En segundo lugar, el análisis u observación de los hechos, referido a la búsqueda de datos empíricos con los que enriquecer y contrastar los hechos inicialmente percibidos. La teoría y la investigación empírica deberán de este modo ir de la mano.
Darwin estimaba que lo adecuado era dejarse llevar por la observación, y que ésta nos conduciría a la teoría. En efecto, el mero hecho de comenzar una investigación por una pregunta, que nada más lejos del ascetismo, ya presupone una teoría. La investigadora o investigador posee de antemano un bagaje de conocimientos que influirán de modo determinante en el planteamiento del problema. Aun trabajando de forma aislada, el investigador o investigadora utiliza conclusiones e hipótesis de otros científicos como parte integrante de su propio trabajo. De este modo, las verdades sucesivas relativas, sumadas y asumidas, caminan hacia la verdad absoluta. No es el hombre el que camina hacia ella, como refunfuñaría Platón.

Del proceso de conocimiento sobre el que el autor ha disertado, se extraen dos importantes consecuencias: En primer lugar, que la condición esencial para poder utilizar los resultados de las investigaciones hechas por otros es que por nuestra parte hayamos iniciado una elaboración propia. No se trata pues de coleccionar una serie de pensamientos ajenos, sino de pensar y crear con autonomía. Por supuesto las elaboraciones ajenas pueden ser de gran ayuda para confirmar, corregir, completar y desmentir las propias ideas. La segunda de las consecuencias es que al igual que las concepciones e ideas, los conceptos que expresan las ideas evolucionan históricamente. Por esto, se hace necesario el desarrollo por cada investigador o investigadora de sus propios conceptos.

Toda ciencia aplica pues una visión determinada sobre la realidad, enriqueciendo los métodos que emplea a medida que avanza. Al tiempo que las investigaciones amplían la visión sobre la realidad, modifica a su vez a los individuos. Nuevos datos desvelan la caducidad de algunas suposiciones, dejando paso a otras más próximas a la realidad.

diumenge, 9 de gener del 2011

Repensar la crisis: actuemos también sobre el cambio de valores

Mario Sánchez Brox


Algunos pueden argüir que la crisis financiera global que estallara en 2007 es consecuencia del capitalismo salvaje y liberar a continuación todos los demonios, fundándose en esquemas sociales y económicos pretendidamente científicos. Si la Ilustración se apropió de los rasgos todopoderosos del Altísimo cristiano, para construir en él el nuevo edificio que la razón levantaba, la ciencia, obra maestra de esta nueva construcción, se yergue como heredera directa de esta fatídica nota universal. Con la intención de alejarme de totalitarias recetas metódicamente diseñadas y coloreadas ad hoc para cada situación de la vida, me propongo abrir un espacio de discusión y enriquecimiento para trazar nuevas formas en el pensamiento para dedicado lector y, ya como sublime recompensa, la maduración de estas humildes propuestas desde el respeto y la cooperación.
Quisiera restringir un tema tan amplio como el de la actual crisis financiera a un terreno sobre el que mi mente ha hallado una sensibilidad especial: los valores que guían las conductas. Luis A. Riveros escribía un artículo recientemente para el Instituto Elcano en el que se detallaban las causas de la crisis en las economías nacionales, con especial atención al origen en EEUU, las debilidades macroeconómicas internacionales, a lo que añadía una perspectiva del diagnóstico y pronóstico que el G20 realiza de la situación.
Riveros identifica como uno de los factores de la crisis un problema de gobernanza, es decir, un problema que gira alrededor del diseño y las capacidades institucionales para responder a la realidad y su modo de operar. En efecto, el modelo político estadounidense se inspira en un conjunto articulado de ideas, concepciones, afirmaciones, que dan forma y fuelle a sus instituciones (como ocurre a su vez en sentido inverso). Esta ideología más o menos articulada y consciente genera en la ciudadanía estados de ánimo ante una percepción de la realidad. Éstas derivan en sentimientos (de completud, necesidad, autorrealización, celos, frustración, etc.) que se traducirán en una interacción con el espacio público, incluidas las instituciones. Tomando un elemento de la sociedad estadounidense, que bien podría extrapolarse al resto de economías desarrolladas, su modelo político se basa en “propiciar altas expectativas a los ciudadanos sobre el ritmo de la economía”. Un ejemplo próximo de esta extrapolación: la confianza del Rey Juan Carlos I en la vuelta a la senda del crecimiento económico como deseable mayúsculo durante su último mensaje navideño encauza en la misma línea al espacio político de consenso en el estado español. Este papel capital del ritmo de la economía para cubrir las expectativas del ciudadano (esto es, calidad de gobierno), llevó a la administración a un callejón sin salida, en el que se hacía muy costoso en términos electorales cortar la lógica expansiva del crédito con clientes sin suficiente securización, y se adoptó expresamente una política de expansión fiscal para alimentar el crecimiento, repercutiendo en la expansión del crédito y el aumento de la burbuja.
La economía es la ciencia de la asignación de recursos escasos, es decir, que su ámbito de estudio lo constituyen bienes y servicios objeto de medición y valorización. Bajo la afirmación de Riveros observamos el gran peso que se le otorga a estos recursos escasos en los estados de ánimo de la ciudadanía, que amenazan a las personas con una venenosa concepción de la riqueza. Un discurso político que impele al éxito, entendido éste como el triunfo del individuo a través del crecimiento de su capacidad de compra. No estamos ante otro planteamiento que la felicidad de las personas se construye mediante la obtención de riqueza -fundamentalmente, si bien de manera no exclusiva- en su sentido económico. Aquella parte de felicidad no cubierta con riqueza económica la constituirían las relaciones personales, el reconocimiento, la salud, la belleza, la integridad, la valentía, la inteligencia, el tiempo libre, etc. Desde luego todas ellas fuera del alcance de la ciencia económica de modo mensurable. Sin embargo, el gran peso del valor que denunciamos, de considerar la riqueza económica como pivote primordial de nuestra felicidad, lleva a reproducir el enaltecimiento de la ciencia económica y su área de estudio como proveedora de los elementos a tener en cuenta en las discusiones sobre una crisis que dista mucho de restringirse a una única materia.
No se debe olvidar que la ciencia económica no es un todo omnicomprensivo, ni mucho menos debe revestirse de aquella gracia divina totalitaria, es apenas un instrumento más para comprender y tratar de mejorar, desde el ámbito de las políticas públicas, las condiciones que predispongan a las personas a alcanzar su felicidad. Observamos con claridad con el ejemplo de actualidad de la crisis financiera global, cómo este valor de la riqueza ha perjudicado gravemente no sólo aquellos elementos soslayados por la visión económica de riqueza, sino a la misma satisfacción de condiciones materiales de millones de personas que, bajo este valor, se intentaba conseguir.

divendres, 7 de gener del 2011

Lectura 1

Características del conocimiento científico”
Manual de Economía Política (Gino Longo)


Schumpeter, apelando a un enfoque empirista, define ciencia como “cualquier tipo de conocimiento que haya sido objeto de esfuerzos conscientes para perfeccionarlo. Estos esfuerzos producen hábitos mentales -métodos o técnicas- y un dominio de los hechos descubiertos por esas técnicas”.
Longo defiende la profundización en el concepto conocimiento a fin de aceptar esta definición. La finalidad del conocimiento es descubrir las leyes del universo empírico que rodea al hombre, y se caracteriza por tres elementos básicos:

  1. El conocimiento científico debe trascender la mera descripción de lo real, ser capaz de explicar, de formar en la mente un esquema de funcionamiento de la realidad.
  2. Esta realidad debe ser, continúa el autor, explicada a partir de ella misma, sin introducir elementos extraños. La adopción de este método en la totalidad de esferas de la realidad conduce al materialismo filosófico, que implica el estudio de la realidad objetiva tal y como es, con independencia de la conciencia humana. El marxismo constituye el primer ejemplo de materialismo filosófico llevado al extremo.
  3. El conocimiento no es más que una parte de la actividad humana. Las personas persiguen conocer la realidad para poder cambiarla según sus necesidades, pero el conocimiento nunca es un fin en sí mismo. Las parejas pensamiento y acción, conocimiento y praxis, se hallan profundamente imbricadas, y su nexo lo constituye la cognición. Una praxis o acción exitosa requiere de una buena cognición de la realidad. De este modo, la acción es el fin último del conocimiento.

El autor indica que la ciencia ni puede ni debe perseguir la praxis o la utilidad, sino comprender lo real, la verdad de las cosas. Desde esta cognición que permite una buena interpretación de la realidad, podrán aplicarse los avances técnicos para actuar, para modificar esa realidad.
Por otro lado, el conocimiento nace del pensamiento individual, imposible de coordinar con otros individuos. Frente a él, la acción exitosa sólo es concebible de manera colectiva, y ésta sí se revela coordinable. Estas formas diferentes de manifestación guardan un fondo común: ambos, conocimiento y acción son fenómenos sociales en cuanto están influidos y persiguen resultados en el seno del conjunto de personas.
Por tanto, acción y pensamiento se desarrollan en el individuo por mecanismos diferentes e incompatibles al tiempo. El científico exitoso no debe preocuparse por las consecuencias de su investigación, sino mantener su distancia con la praxis y recomendar una línea de acción. El individuo que actúa es quien debe cargar con el balance de las consecuencias de su praxis. Sin embargo, retomando las palabras de Einstein, ningún camino puede llevarnos desde el conocimiento de lo que es al conocimiento de lo que debería ser.




Nota crítica a lectura nº1”
Roberto Carballo

En su crítica a la definición de ciencia de Shumpeter, Carballo aduce que su concepción positivista y formal del conocimiento es de carácter ideológico, como no puede ser de otro modo. Esta visión equipara y ensalza la ciencia y el progreso, mientras señala la consciencia y sistemática propias de la ciencia. Longo participa de ese culto al progreso cuando considera objetiva y postrera la etapa histórica en que predomina la ciencia como forma de saber.
De otro lado, Carballo critica el afanoso intento de eliminar la subjetividad de una ciencia que, pretendiendo ser objetiva, no es capaz de delimitar el objeto de estudio navegando entre postulados, hipótesis, axiomas y premisas construidos en un momento histórico, sujetos eventualmente a reconstrucciones en lo venidero.